Sofía López y la quebrada Las Delicias: un
lazo indestructible
Sofía López, líder y
vigía ambiental de la quebrada Las Delicias. Imagen: Comunicaciones
Con la buena energía y tranquilidad que la caracterizan, Sofía López recorre con orgullo los senderos de la quebrada Las Delicias, ubicada en Chapinero. A medida que avanza se detiene constantemente para consentir a sus “hijos” -como llama a los árboles-, acomodarles las ramas y verificar si se encuentran bien.
A esta riqueza natural, ubicada en los Cerros Orientales, Sofía llegó hace
menos de una década por pura casualidad. Después de varios años de desempeñarse
como secretaria en jardines infantiles del Distrito decidió que quería
emprender un cambio en su vida, pero aún no lo tenía claro. El tiempo en que
estuvo buscando un nuevo trabajo, exactamente un mes, se encargó de darle la
respuesta.
En esa época, mientras recorría las calles de su barrio, Juan XXIII, vio un
pequeño letrero sobre una convocatoria que invitaba a miembros de la comunidad
a ser parte del grupo que lideraría la recuperación de la quebrada Las
Delicias. Aunque en ese instante sintió un poco de miedo por la difícil
situación que existía en el lugar, resolvió presentarse y, por fortuna, fue
seleccionada para enfrentar el reto.
En 2012 se convirtió en vigía ambiental y, sin pensarlo, empezó a adquirir
cualidades de liderazgo. Ella, otros representantes comunitarios, entidades
públicas, organizaciones y universidades se unieron para devolverle la
vitalidad a la fuente hídrica que, hasta hace unos años, era una de las más
contaminadas de la ciudad por cuenta de los vertimientos y escombros arrojados
por construcciones aledañas a la zona. Además, cargaba con el enigma de ser un
lugar inseguro para los visitantes.
El proceso de recuperación de Las Delicias incluyó largas jornadas de
limpieza, la adecuación de senderos, la construcción de algunos kioscos,
actividades de concientización y la plantación de árboles de 52 especies que
hoy son el hogar de diferentes aves y unos de los más grandes amores de
Sofía.
“Los árboles se convirtieron en mis hijos. Yo me siento dichosa cuando veo
que planté un arbolito de 50 centímetros y hoy tiene 7 metros o cuando empiezo
a ver un dosel donde antes no existía”, expresó la líder mientras acomodaba las
ramas de un individuo vegetal cuyos frutos estaban por caerse.
Este trabajo transformó a la quebrada Las Delicias en un destino natural para el disfrute de los bogotanos. En medio del proceso, Sofía empezó a estudiar nuevamente y se graduó como tecnóloga en Guianza Turística con especialización en aves porque uno de sus mayores sueños es que este sea un escenario de turismo sostenible donde haya conexión y, sobre todo, cuidado con la naturaleza, muestras artísticas, educación ambiental y artesanías elaboradas por las personas de la comunidad.
La quebrada Las Delicias recoge el agua que nace en los Cerros Orientales. Imagen: Comunicaciones
A través de las redes sociales de Tissus, su marca de turismo comunitario, Sofía comparte vivencias por este lugar de los Cerros Orientales e invita a las personas a disfrutarlo con responsabilidad. Para esto, creó un recorrido que empieza en la calle 72, sigue hasta la quebrada La Vieja, baja al barrio Juan XXIII -específicamente a su casa donde tiene una galería- y termina en Las Delicias. La caminata, que dura aproximadamente cuatro horas, no solo es una oportunidad para contemplar dichos sitios sino para adquirir conocimientos, ya que otra de sus cualidades es contar historias con simpatía y frescura.
El liderazgo también la llevó a ser elegida presidenta de la Red Nacional de Turismo Comunitario, un espacio en el que comparte experiencias y prácticas sostenibles con personas de todas las regiones del país.
Sin duda, el proceso de recuperación de la quebrada Las Delicias le dio a Sofía ese cambio que buscaba en su vida. Ahora, no solo se dedica a proteger y limpiar este lugar, sino que realiza acciones para unir a la comunidad y llenar de naturaleza su barrio.
En el mirador de la zona está implementando una huerta ecológica que tiene como propósito brindarles a los jóvenes un espacio de esparcimiento sano. Así mismo, está trabajando en la instalación de un jardín vertical cerca de su casa y la reconstrucción de la biblioteca. Para ella, esto significa llevar la quebrada hasta los hogares.
“Los pequeños detalles de la gente, la risa, empezar a ver los cambios y a los arbolitos crecer, y entender que estos además de darme una identidad de líder tienen una función vital en la calidad del aire hicieron que se transformara mi vida”, considera Sofía.
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Los días de esta mujer, nacida y criada en el barrio Juan XXIII, no son los mismos de hace una década. Hoy se siente más empoderada y con mayores conocimientos para seguir brindándole amor a uno de los patrimonios ambientales de Bogotá: la quebrada Las Delicias.
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