Canciones para
aprender a cuidar el ambiente: un aula ambiental disponible para todos
- AUAMBARI es el aula ambiental artística itinerante, que busca mediante el arte y el conocimiento ancestral llevar educación ambiental a todos los bogotanos.
- Están acostumbrados a cantar frente al público, pero esta cuarentena les impuso el reto de llegar más lejos: a través de la virtualidad.
“Caminando por el bosque me encontré a unos amigos, plantas y animales, todos somos hermanitos”. Este es un fragmento de una de las canciones compuesta por AUAMBARI, el aula ambiental artística itinerante, que busca mediante el arte y el conocimiento ancestral llevar educación ambiental a todos los bogotanos.
Diez personas representantes de grupos étnicos y con diferente formación profesional conforman el equipo pedagógico que le da vida al aula, a ellas las une el mismo propósito: ir por la zona urbana y rural, llevando un mensaje de sostenibilidad a través del arte y teniendo en cuenta las visiones ancestrales, étnicas y el conocimiento ambiental.
Para Willington Rocha, líder del aula, “el arte es un vehículo mágico para poder aprender y entender la realidad de una forma diferente. Lo que más me gusta es que con mi trabajo puedo llegar a muchas personas de una forma distinta, para generar esos diálogos y resignificaciones del ambiente”.
AUAMBARI nació hace siete años por petición de los ciudadanos en el Día Mundial de Educación Ambiental. Las personas querían un aula que recorriera Bogotá, porque muchos no tenían facilidad de ir a los espacios en los que se desarrollan las acciones pedagógicas. Lo interesante de esa estrategia es que incluye el enfoque territorial, artístico y ancestral para armonizar las diferentes cosmovisiones de los grupos étnicos y empoderar a la ciudadanía para la protección del territorio a partir de una relación amigable con el ambiente.
“En aquella montaña, donde el agua corre con su magia, tranquilidad, respiro, suspiro con calma, y vuela mi alma. Siente el agua, siente el fuego, siente el aire, siente la tierra, esta es la naturaleza y entre todos la podemos cuidar”, es el coro de otra de las composiciones del grupo.
Édgar Mojica es uno de los educadores que es compositor y cuenta que: “nos dimos cuenta que hacía falta crear canciones que hablaran sobre el cuidado del territorio, del agua, la biodiversidad… Comenzamos a crear canciones y material artístico para enseñarles a los niños. Nos inspiramos en la madre tierra, la madre agua, lo que nos da vida. Yo le apunto a la transformación de la educación ambiental con estrategias de alto impacto cultural”.
Precisamente el objetivo del aula es sensibilizar a la ciudadanía frente a la relación con la naturaleza. Se hace énfasis en los temas de manejo integral de residuos sólidos, cambio climático, agua y la Estructura Ecológica Principal, gestión del riesgo y biodiversidad mediante actividades de teatro, música, origami, cuento y dibujo, entre otras. Además, en las acciones de educación se incluye a niños, jóvenes, adultos, adultos mayores y personas con discapacidad.
“Cerros azules nos vieron crecer en los misterios del sol, fueron los Andes la cuna y hogar, donde forjamos los sueños de luz y en la inocencia de nuestra niñez aprendimos a crecer siempre buscando una voz interior libre”. Como se lee en este verso, algunos integrantes componen, otros actúan o cantan, otros declaman, en AUAMBARI hay espacio para todos, incluso hay representación de las comunidades de afrodescendientes, palenqueros, indígenas, room y raizales.
Eliana Mosquera representa a la comunidad afrocolombiana. Como ella hay representación de otras comunidades étnicas, lo que hace que AUAMBARI además sea un aula de todos y para todos. “Lo que más me gusta es que es un equipo comprometido con el ambiente y con las prácticas propias de las comunidades. La vinculación de lo artístico es muy importante para mostrar el proceso educativo del ambiente. Vamos a crecer, debemos continuar con esas dinámicas”, dijo Eliana.
Es un aula única y pionera en Bogotá, ha pasado por las 20 localidades dejando su mensaje ambiental. Ana Lucía Calvo es la integrante que más tiempo lleva en AUAMBARI y ha visto su evolución. Para ella hay que apostarle al arte como un mecanismo de hacer educación ambiental: “Lo que más me gusta es la posibilidad de innovar, ser creativo y ponerlo en práctica en el aula, las actividades son diferentes dependiendo de la población. Por ejemplo, hemos hecho proyectos en el área rural. El primero fue en 2018 en la vereda Santa Bárbara en Ciudad Bolívar, los niños tomaron fotos de su visión de la ruralidad y de vivir en el campo de Bogotá”.
El equipo tiene en cuenta el conocimiento de las comunidades y de las personas que están en los territorios e invita al compartir de saberes. La cuarentena también les ha impuesto retos sobre todo porque su trabajo es estar día a día enseñando en campo. “Es un aprendizaje, me encanta el contacto con las comunidades, pero nos hemos acoplado a lo digital y ha sido una oportunidad de que la gente nos conozca. Me hace falta abrazar a los niños y caminar las montañas, pero nos ha conocido gente que incluso no está en la ciudad. Es un salto tecnológico que tocó hacer de inmediato para acercarnos a las comunidades”, afirmó Ana Lucía.
A pesar de las circunstancias, ellos están convencidos de que su labor vale oro: “Es una forma diferente de contar la importancia de los ecosistemas a través de prácticas que son divertidas y diferentes. El cambio a lo virtual ha sido complejo porque no todos tienen acceso a un computador, pero hemos llegado a más personas por medio de las redes y nos hemos dado a conocer”, aseguró Eliana Mosquera.
Por ahora, ofrecen toda su oferta pedagógica por medio de la virtualidad, aunque afirman que “estábamos acostumbrados al contacto porque no es lo mismo cantar frente a la gente a estar frente a una pantalla, pero ha sido un proceso donde hemos explorado que es una forma de acoplarnos a lo que pasa y de seguir haciendo educación ambiental para el cuidado del territorio”.
Cuando termine esta cuarentena AUAMBARI seguirá llenando de arte y ambiente todos los rincones de Bogotá, porque donde los llamen, ellos están.
“Desde el arte se puede transformar la realidad ambiental de un territorio y de una sociedad”: AUAMBARI.
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