Estudio analiza cómo los bosques ayudan a combatir la pobreza rural
Además,
muestra la eficacia y errores de políticas de manejo forestal en algunos
países.
Fotografía del Parque Nacional Natural Serranía de Chiribiquete, el cual se destaca por sus características geológicas y por ser hogar de pueblos y especies autóctonas.
Foto: Cortesía Presidencia |
Una forma de aliviar estas presiones y reducir la pobreza es reconocer e incrementar la optimización del rol tan crítico que los bosques y árboles juegan como aliados en la lucha contra la pobreza. A la larga, perder los bosques significa perder esa lucha.
Este es el resultado principal de un nuevo informe titulado 'Bosques, árboles y la erradicación de la pobreza: Potencial y limitaciones' que evalúa la situación a nivel global.
El estudio consolida la evidencia científica relativa al amplio rango de contribuciones que los bosques y los árboles brindan para reducir la pobreza, y a la eficacia de diversas políticas de manejo forestal, programas, tecnologías y estrategias.
El estudio toma como base el concepto de pobreza no solo en términos monetarios, sino que también como obstáculo que impide que las personas consigan un cierto nivel de bienestar, y también como impedimento para participar plenamente en la sociedad.
“Esta evaluación global llega en un momento crítico. Entre otras razones, los frecuentes eventos climáticos extremos asociados con el cambio climático, el incremento de las desigualdades sociales, y la expansión de enfermedades infecciosas, hacen que empeore aún más la ya frágil condición en la que se encuentran las personas en situación de pobreza. Por ello, es esencial revisar el rol que los bosques juegan en el desarrollo social en general, y en conseguir erradicar la pobreza en particular”, dice Hiroto Mitsugi, asistente del director-general de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO)
El estudio fue realizado por un equipo central de 21 expertas y expertos reconocidos internacionalmente, de distintas partes del mundo, y con experiencia científica en diferentes campos, que han trabajado juntos durante casi dos años en el Panel Global de Expertos Forestales en Bosques y Pobreza.
El panel, coordinado por el profesor Daniel C. Miller de la Universidad de Illinois en Urbana-Champaign, Estados Unidos, y dirigido por la Unión Internacional de Organizaciones de Ciencias Forestales, es una iniciativa de la Asociación de Colaboración en materia de Bosques (CPF) coordinada por la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura de la Organización de las Naciones Unidas FAO).
Esta evaluación también examina una variedad de políticas y medidas de manejo forestal implementadas por gobiernos, por organizaciones civiles, y por el sector privado, analizando su potencial y limitaciones para aliviar la pobreza.
"A pesar de que no existe una única solución para todos los casos, nuestros resultados indican que algunas de las evidencias más claras sobre reducción de la pobreza provienen, entre otros, de los sistemas agroforestales, del manejo forestal comunitario, del ecoturismo, y de las organizaciones de productores forestales”, explica el profesor Miller.
A pesar de que no existe una única solución para todos los casos, nuestros resultados indican que algunas de las evidencias más claras sobre reducción de la pobreza.
Por ejemplo, en muchos países africanos ricos en bosques y fauna salvaje, la madera y el turismo son los mayores contribuyentes de la economía nacional, pero los beneficios puede que no se vean reflejados a nivel local – y aún peor, puede ser que las comunidades locales soporten los costes de esas actividades debido a la degradación ambiental o debido a un acceso restringido a áreas protegidas.Existen diversos estudios que muestran que las áreas protegidas pueden reducir la pobreza, en particular donde existen oportunidades para el ecoturismo (por ejemplo en Costa Rica y Tailandia) y donde se ha involucrado a las comunidades locales como partes interesadas.
A pesar de ello, a menudo son aquellos más pudientes los que tienen más posibilidades de beneficiarse de la situación, incrementando de esta manera las diferencias e inequidades en la distribución de los ingresos locales.
Muchos estudios también apuntan a los claros beneficios del manejo forestal comunitario (MFC) contra la pobreza, aunque su potencial todavía no se ha alcanzado en muchos países.
Nepal es una excepción, ya que su programa de MFC se considera como uno de los más exitosos de su clase en todo el mundo. A pesar de ello, incluso allí los beneficios del MFC se distribuyen de forma irregular entre los habitantes, siendo los más pobres y de casta más baja los que menos se benefician en comparación con aquellas personas más acomodadas.
Las organizaciones de productores son otra opción relativamente exitosa para ayudar a los productores forestales a superar dificultades como el acceso a mercados. Por ejemplo, en Burkina Faso, la cadena de valorización de manteca de karité está ampliamente dominada por mujeres.
El 76% de las mujeres encuestadas en esta cadena de valorización mencionaron mejoras en su situación financiera como resultado de su participación en los grupos de producción de manteca de karité.
Una cooperativade karité ha ayudado a crear un capital social de numerosos miembros, y ha reforzado la cohesión incluso donde divisiones sociales como son género, edad y etnia todavía afectan los procesos de inclusión y exclusión a lo largo de esta importante cadena de valorización.
La producción de vainilla en Madagascar es un ejemplo de cómo un sistema agroforestal puede establecer una vía para salir de la pobreza. Aproximadamente el 80% de la vainilla mundial se produce en Madagascar, en su mayor parte en la región de Sava, al noreste del país.
Allí, los sistemas agroforestales centrados en la producción de vainilla se han convertido en la principal fuente de ingresos de muchos agricultores. A pesar de ello, los beneficios normalmente provienen de contratos con exportadores de vainilla o con recolectores, por lo cual, estos beneficios se concentran en los pequeños productores que tienen la capacidad de obtener esos contratos.
Como ejemplo, aquellos hogares en los que el titular principal es una mujer, tienen muchas menos probabilidades de conseguir contratos debido a las significativas desventajas sociales que existen para las mujeres en la región.
Así pues, un resultado clave de este estudio global es que las personas en situación de pobreza raramente tienen la capacidad de aprovechar la mayor parte de los beneficios que los bosques ofrecen, incluso siendo que los bosques y árboles son mayormente esenciales para su subsistencia.
Además, la pandemia del covid-19 ha provocado la vuelta de miles de personas a las áreas rurales, diezmando los envíos de dinero que llegaban a las zonas.
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