Cien años del escritor que revolucionó la literatura infantil
Se trata del italiano Gianni
Rodari, que recodamos en el Festival de Libros para Niños y Jóvenes.
Gianni Rodari es ampliamente conocido en todo el mundo por sus
colecciones de cuentos y fábulas, de poemas y canciones infantiles, pero
especialmente por un libro que representó un parteaguas en el terreno de la
escritura creativa. Gramática de la fantasía,
publicado por primera vez en 1973, representa hoy una referencia indispensable
de cómo disparar la creatividad a partir del lenguaje, con el fin de
generar procesos de escritura autónomos y espontáneos. Con base en la
experiencia directa en el aula, esta obra desarrolla propuestas como El binomio
fantástico, El error creativo y El prefijo arbitrario, que sirvieron como
recursos para sus propios textos. En un amplio sentido, Rodari fue un
revolucionario: en la manera como pensó la infancia frente al mundo de los
adultos, en la incorporación de fuentes diversas y personajes inéditos en sus
producciones literarias y en el protagonismo que les dio al juego, al humor
disparatado y a la invención.
Acercarse a su obra es recuperar un espacio privilegiado y
necesario opuesto a la lógica, espacio simbólico que le sirve para cuestionar
muchos convencionalismos y la inutilidad de ideas que justifican el poder, la
acumulación de dinero, la posesión o la guerra. De carácter taciturno, no
obstante la jovialidad de su obra, Rodari les concede enorme importancia al
recuerdo y a la nostalgia en sus textos más personales. Sin duda, el espíritu
libre de sus concepciones tuvo su centro en la infancia y el poder que tienen
los niños para cambiar el mundo imperfecto y complicado que les hemos heredado.
Música y poesía
Un
término de difícil definición es el de filastrocca, que en italiano se refiere
a las canciones populares infantiles, vinculadas con la tradición oral, muy al estilo de nuestras retahílas. El valor
musical de estas composiciones resulta ideal para crear moldes narrativos
rimados y contar breves historiales de finales inesperados. Y esto es
precisamente lo que abre la puerta a las primeras creaciones de Rodari,
mientras trabajaba en el periódico L’Unità hacia 1947, en el que escribe bajo
un seudónimo su primera retahíla, sin sospechar que sería el inicio de una
avalancha de peticiones de los lectores infantiles para que compusiera nuevas
poesías relacionadas con su mundo cotidiano.
La temprana vocación musical de Rodari, quien en un momento de su juventud
participó en un grupo itinerante con otros amigos (él tocaba el violín), lo
nutrió de dos experiencias fundamentales: el conocimiento melódico y un
patrimonio de historias populares que fue escuchando en sus periplos. Más
adelante estos conocimientos afloraron, de una manera intuitiva, en sus textos poéticos
y narrativos.
En 1950 se publica El libro de las canciones, que reúne esas creaciones
tempranas un tanto dispersas. Con
este título inicia su obra y le da continuidad a una maravillosa manera de
contar brevemente situaciones inesperadas y divertidas.
Sin duda, su poema Carnaval (ver recuadro) reúne muchos rasgos de la obra de
Rodari, muy vinculada con el absurdo como una fórmula para cuestionar la
realidad. Al final, un sombrero interpela a los curiosos, haciéndoles ver que
lo cotidiano puede ser enormemente inusual.
Poema ‘Carnaval’
Había
una vez un sombrero sin cabeza, se paseaba por la calle durante un día de
fiesta.
Además de sin cabeza
tampoco tenía panza.
Sin los pies y sin las manos
se paseaba en la vía Francia.
La gente al verlo comentaba:
-Se ha escapado de la vitrina.
-Sí, es un sombrero de ladrón.
-Llévenlo a la comisaría.
-Calma -dice el sombrero.
-Hoy cualquier broma es normal.
Mucha gente va por ahí sin cabeza
aunque no sea carnaval.
'Uno y 7', de Gianni Rodari,
publicado por Editorial Norma.
Foto:
Archivo particular
El juego y la inventiva
En
el terreno de la narrativa, Rodari exploró la relación inquieta entre realidad
y fantasía; dejó entrar en sus historias una gama de personajes muy distintos,
de naturaleza humilde, como obreros, pescadores, niños errantes, soldados...
incluso números y animales, y se apropió del juego como un mecanismo para
experimentar con el lenguaje y las estructuras. Dos de sus más importantes
colecciones de relatos son Cuentos por teléfono (Favole al telefono), de 1962,
y Cuentos para jugar (Tante storie per giocare), de 1971.
(Lea además: El fenómeno de la migración, desde la literatura infantil)
Cuentos por teléfono parte de una idea muy
original: un padre que es vendedor
ambulante le promete a su hija que todas las noches la llamará por teléfono
para contarle una historia antes de dormirse... pero cada historia debe ser
breve porque llamar desde larga distancia cuesta mucho dinero. De este modo se hilan
sesenta y siete historias cortas, una constelación de narraciones que exploran
distintas posibilidades de lo fantástico para cuestionar la realidad.
Mecanismos como la transformación de relatos tradicionales, la irrupción de
elementos extraños en la cotidianidad y la humanización de objetos inanimados
sirven como recursos para cuestionar situaciones como la opresión, la ambición,
la enemistad y la guerra; para darles poder a los niños y ensalzar su derecho a
ser niños y, muy especialmente, para revelar la fuerza de la invención.
Otro de sus originales aportes toma protagonismo en Cuentos para jugar, donde
se proponen varios finales para cada historia. La idea del cuento que se arma a
la medida refuerza la idea de participación del lector y el azar para construir
sentido.
'Gramática de la fantasía' publicada por Panamericana Editorial.
Foto: Archivo particular
¿Cómo surge la fantasía?
La obra de Rodari estuvo impregnada por lo disparatado. Muchas de las ideas que fue anotando durante su trabajo directo en las aulas se cocinaron lentamente hasta consolidar una didáctica de la escritura creativa. Así surge su libro Gramática de la fantasía. Introducción al arte de inventar historias, en el cual propone ideas inspiradas en principios del surrealismo, como el azar, el extrañamiento, la exploración del mundo de los sueños y la reversión de la lógica. Justo en esta obra se pregunta si debería existir una “fantástica” en oposición al pensamiento estructurado y racional.
Imágenes poéticas como la piedra que cae en el estanque y genera ondas
concéntricas en la superficie del agua son oportunas para explicar la
resonancia que una palabra genera en la mente de quien la escucha o la lee.
Ideas desafiantes, como crear a partir de los errores, inventar hipótesis del
tipo “¿Qué pasaría si...?”, o alterar el uso corriente de un objeto promueven
caminos inesperados para la creación. Muy embebido de las técnicas
desarrolladas por el surrealismo, este excepcional manual de sugerencias rompió
un dique para la producción escrita en el universo de la infancia.
Con seguridad, este libro ha sido un legado robusto que surgió de un trabajo de
campo y de una concepción muy gloriosa de la niñez, un momento de la vida en
que el ser humano es más pleno, más sabio y más propenso a la creatividad.
Adentrarse en los misterios de la fantasía supuso en este contexto asegurar un
camino renovador para la escuela.
Ciertamente, Gianni Rodari se adelantó a su tiempo. Dio protagonismo a
condiciones inherentes de la infancia como la inventiva, la empatía y la
felicidad que el adulto ha olvidado o menosprecia, pero que son absolutamente
necesarias para preservar el futuro de la humanidad.
FANUEL HANÁN DÍAZ*
No hay comentarios:
Publicar un comentario