miércoles, 13 de mayo de 2020

UN ACERCAMIENTO A LA NATURALEZA URBANA

Pájaros y sonidos: el mundo que se asoma por su ventana

Han pasado siete semanas de cuarentena en Colombia y, a lo largo de ellas, varias iniciativas como “Paisaje sonoro desde tu ventana” y “A pajarear desde la ventana” han amenizado el tiempo de los confinados.

Pájaros y sonidos: el mundo que se asoma por su ventana

Han pasado siete semanas de cuarentena en Colombia y, a lo largo de ellas, varias iniciativas como “Paisaje sonoro desde tu ventana” y “A pajarear desde la ventana” han amenizado el tiempo de los confinados.


Ilustración: Natalia Pedraza
Ventaneando sonidos

Sol Camacho y Camila Parra escuchan todos los días sus correos: un sinfín de buses rugiendo sobre avenidas, el canto de los pájaros entonando al viento, el cuchicheo de humanos confinados dentro de sus casas o apartamentos, los pasos solitarios divagando por la calle y el aire rebotando contra los vidrios de las ventanas. Esas grabaciones les llegan desde Bogotá, Cali, Medellín, Santa Marta y otras ciudades colombianas, y más allá, desde Francia, Luxemburgo, Polonia, Alemania, Suiza, Canadá y Ecuador. Todas han sido registradas durante los últimos dos meses, bajo la cuarentena impuesta por estos gobiernos para contener la pandemia por el virus SARS-CoV-2. Todas, a la vez, componen los más de 700 archivos de audio que le han dado forma a la iniciativa “Paisaje sonoro desde tu ventana”(Lea: La lista de reproducción del bosque andino) 
Esta iniciativa apareció a principio de marzo. A Sol Camacho Schlenker, bióloga experta en bioacústica, la emergencia por el coronavirus la encontró en la casa de su madre en Bogotá. El espacio francés que habita la mayoría del año está en París, al igual que sus vecinos y amigos. Así que, acercando sus distancias, invitó a cada uno de ellos a escudriñar con los oídos el mundo que transcurría en su ventana, no hace falta tener equipos profesionales, los animó. Lo mismo, casualmente, había hecho la ecóloga Camila Parra con sus contactos colombianos.
“Puedes grabar durante el tiempo que quieras y a la hora que quieras; es recomendable hacerlo en los periodos de alta actividad de la fauna: 5:00 a.m. a 9:00 a.m. y 4:00 p.m. a 6:30 p.m. y en la noche, ya que no hay mucha información al respecto”. Así lo sugirieron ambas, quienes desde hace más de dos años conforman el colectivo Viaje Sonoro.
Un colectivo que ha tenido muchísimo trabajo en esta cuarentena al recibir paisajes desde más de treinta ventanas, puertas, patios o balcones en ocho países. Con un total de catorce pistas colgadas actualmente en SoundCloud, que retratan al municipio de San Antonio del Tequendama, en Cundinamarca, un mediodía desde una terraza de la localidad de Suba, en Bogotá, o un amanecer caleño desde el Valle del Cauca. Aquellos que los graban se sorprenden por un ave inesperada, la presencia de los gallos, el aleteo de un colibrí.
Esta actividad, que ha servido para entretener a más de uno, lleva tres semanas activa. Camila y Sol esperan que al terminar la cuarentena, las mismas personas puedan grabar sus nuevos paisajes sonoros y comparar aquello que escuchan. Ahora mismo, a ambas aficionadas del sonido les sorprende que cuando baja el ruido la sensación de la escucha aflora. “Es como si el espacio se ampliara, la sutileza de la fauna entremezclándose con voces humanas, risas, movimiento adentro y afuera, mucho más lejanos”, cuentan.
Sábados pajareros
Si fueran sábados normales, los miembros de la Asociación Bogotana de Ornitología estarían a las 5:30 a.m. pisando silenciosamente los caminos para avistar pájaros. Pero ahora, bajo la cuarentena, a esa hora todavía anochecida se asoman por la ventana, vestidos con ropa camuflada y sus sombreros contra el sol. Así lo han hecho desde que la orden del Gobierno los recluyó en casa. El primer fin de semana que pajarearon eran veinte personas, la mayoría de ellos adultos mayores, acompañados por binóculos y una cámara fotográfica para retratar en el primer momento a las mirlas que empiezan a cantar en la capital, dándole la bienvenida al amanecer.
Desde entonces han pasado ocho sábados, en los cuales se han unido más de 230 personas desde Valle del Cauca, Santa Marta, Cartagena, Putumayo y Puerto Asís, entre otros rincones del país. Todos comentando, sincronizados, lo que observan entre las bisagras a través de WhatsApp. “Mandamos audios y mucha gente que no sabía nada de pájaros pregunta y los más viejos les explican qué especie es. Hasta las 9:00 a.m. avistamos y luego desayunamos juntos en una videollamada en la que nos saludamos. Ahí hacemos un registro de las aves”, cuenta Camila Gutiérrez, una de las voceras de la asociación.
Para el encuentro han armado una metodología. Tienen un formulario de Google donde las personas inscriben su nombre, el grado de conocimiento, la región en la que están. Con base en esa información se arman los chats con no más de treinta personas, cuidando de que hayan tanto expertos como principiantes y que sean de la misma región. Se conocen el viernes en la noche, comparten la mañana del sábado, llenan un nuevo formulario sobre las especies que más observaron y al domingo se disuelve el grupo. Así todas las semanas.
Este sábado se asomarán también en celebración del Global Big Day, fecha en la que pajareros de todo el mundo se apresuran a registrar con sus ojos la mayor cantidad de especies. Están convencidos de que uno no tiene que ir al África para estar conectado con la naturaleza. Unos desde la ventana de un edificio y otros frente a un jardín con árboles frutales, un parque o una avenida. Gutiérrez, por ejemplo, ha “seguido unas mirlas que hicieron nido, las vi criar al pichón que ya se fue, ahora están volviendo a armarlo y eso no lo hubiera visto si no me tuviera que parar en la ventana a ver lo que hay”.

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