El retorno a la vida sencilla: comida casera, trueque y ancianidad comunitaria
Foto: CRIC
“La verdadera autonomía está
en la comida, ahí está el Buen Vivir”, explica Delio, del área de educación de
la Asociación de Cabildos Juan Tama, en el sur de Colombia, en el marco del
Consejo Regional Indígena del Cauca (CRIC). Desde que la organización decidió
enfrentar la pandemia con la Minga Hacia Adentro,
los cultivos y el trueque ganaron centralidad en sus vidas.
“El trueque es una
alternativa política para una época como ésta”, explica Ramiro Lis, de la
Asociación de Cabildos Ukawe’s’ Nasa C’hab, en Caldono, la zona nororiente del
territorio nasa. “Se hace trueque entre productos de los diferentes climas, se
establecen puntos de encuentro y de intercambio, en los que prima la necesidad,
no el valor”. Del otro lado del teléfono, Ramiro insiste en que “no se trata de
intercambiar equivalencias sino lo que se necesita”.
Tanto Ramiro como Delio
destacan que “el trueque es una forma de solidaridad que permite fortalecer la
economía propia”. Así es como los miembros del CRIC denominan al sistema
económico no capitalista, anclado en los valores de uso, que funciona en los
territorios de los pueblos originarios del Cauca.
Inzá es una de las puertas de
entrada a la impresionante región de Tierradentro, una de las más bellas que
pude conocer en Colombia. La población rural es ampliamente mayoritaria: en la
cabecera municipal de Inzá viven unas 3.000 personas, menos del 10% del total
del municipio. Los cabildos son la unidad territorial básica de la
administración indígena, que gobiernan sus resguardos o territorios.
Desde Inzá, Delio relata el
enorme trabajo que hicieron para hacer llegar alimentos a los indígenas que
emigraron a las ciudades, Cali, Bogotá y Popayán. “Se organizaron 800 familias
en los ocho municipios, en una dinámica comunitaria, para hacer un primer envío
de yuca, plátanos, panela y otros mercados. Fueron 3.200 arrobas (36 toneladas)
que salieron en tres camiones y una chiva”.
Los indígenas urbanos les
retribuyen no con dinero sino con productos de higiene y de aseo que aún no
producen las comunidades. Las conclusiones de Ramiro revelan que estamos ante
otra cosmovisión: “Somos ricos porque producimos comida. Pero lo más importante
no es lo material, sino el hermanamiento, lo espiritual. El trueque nos ayuda a
romper la dinámica del individualismo y fortalece lo comunitario”.
El pueblo kokonuko, por
ejemplo, realizó semanas atrás la versión 61 del intercambio de productos
agropecuarios a través del trueque, en el resguardo indígena de Poblazón, con
la participación de 600 indígenas, la mayoría jóvenes, que defienden una
“economía limpia en la que el trueque es una política contra el neoliberalismo
y contra cualquier moneda”, como dijo el dirigente Darío Tote
(https://bit.ly/2W41Ov6).
Desde el área de Educación
del CRIC, Carolina Cruz, que coopera con la organización, apunta que durante la Minga
Hacia Adentro trabajan en apoyo a la Guardia Indígena y la
“autonomía alimentaria”. En estas semanas no hay aulas, “pero los
socializadores de educación van casa por casa para compartir medidas de
protección, para fortalecer el tul (huerta) y para que los niños lleven un
diario de campo de su actividad diaria”.
En los territorios de los
pueblos no hay internet y en las casas no hay computadoras, por lo tanto no hay
“virtualización de la educación, dice Carolina. “La prioridad es potenciar los
saberes y las lenguas propias, las plantas medicinales y los productos de la
huerta sin agrotóxicos, la armonización y la limpieza espiritual de los
espacios comunes”.
Carolina explica la
diferencia entre autonomía y soberanía alimentaria (de los pueblos y de los
estados, respectivamente) y finaliza con un dato mayor: “Controlamos 70 puntos
de nuestra geografía con siete mil guardias indígenas, que junto al gobierno
propio son la piedra el en zapato del sistema”.
* * *
“Lo fundamental para detener
la pandemia es la organización de cada comunidad”, explica Beto Colín sobre la
experiencia en el municipio autónomo de Cherán (Michoacán, México), uno de los
centros poblados del pueblo purhépecha.
Este año el municipio
autónomo decidió no celebrar públicamente el noveno aniversario del
levantamiento del 15 de abril de 2011, cuando un grupo de mujeres impidieron
que los talamontes siguieran
llevándose maderas del bosque, provocando el alzamiento del conjunto de la
población.
“A partir de aquel
enfrentamiento con “los malos”, hubo cambios notables. La fogata que es el
centro en nuestras casas, donde nos juntamos y hacemos la vida, sale a la calle
y se convierte en el núcleo inicial de la organización”, dice Beto desafiando
una irregular conexión vía internet.
Desde el 15 de marzo la
comisión de salud, que vincula al gobierno comunitario con las autoridades
sanitarias locales y del Estado, se reunieron con las autoridades de las dos
clínicas y del hospital de Cherán para hacer un plan de trabajo. El consejo
mayor, que se elige por usos y costumbres, ya que el municipio estatal y los
partidos fueron abolidos en una ciudad de casi 20 mil personas, redactó el
primer protocolo sobre el coronavirus que fue aprobado por las cuatro asambleas
de los cuatro barrios de Cherán.
“La comisión de salud es muy
importante: no es que vienen los doctores a tomar decisiones sino que la
comisión junto a las asambleas de los cuatro barrios fueron los que
determinaron las acciones más relevantes. Luego la comisión recorrió las
farmacias de Cherán para levantar un diagnóstico, para ver qué personas se
habían enfermado del sistema respiratorio, saber si habían salido de la ciudad
y darle seguimiento a cada caso”. Crearon un grupo de wasap con los médicos
para coordinar el seguimiento de pacientes.
El siguiente punto fueron las
tortillerías (pequeñas elaboradoras de tortillas de maíz. “Esas no se pueden
cerrar pero se les explicó el protocolo de atención comunitaria, se les regaló
el antibacterial y se hizo una formación sobre cómo atender a las personas”,
dice Beto.
El tercer paso fue instalar
la prevención en las barricadas: “Cherán es una comunidad grande y lugar de
paso para otros pueblos, tiene tres entradas y en las tres hay control
comunitario las 24 horas con barricadas. Esos miembros de la ronda de seguridad
autónoma, ya tienen instrucciones y la información para preguntar de dónde
vienen y hacer un registro”.
Como resultado del
auto-cuidado comunitario, en Cherán hasta el momento no tienen ningún caso de
coronavirus, aunque ya llegó a los municipios vecinos. “Creo que hemos hecho un
buen trabajo de salud comunal y de co-responsabilidad de la comunidad, se
hicieron muchos talleres por barrios sobre los cuidados, la elaboración
artesanal de cubrebocas y de abón, con gran participación de la población”.
También están coordinados con
Ostula, otro municipio de la costa de Michoacán, que tiene “una experiencia de
autonomía importante y trabaja como nosotros”, finaliza Beto.
* * *
Desde Grecia una compañera
solidaria, Evgenia Michalopoulou, ensaya una reflexión que nos deja pensando:
“En Grecia y en los Balcanes tenemos muy pocos contagiados”. Consulto las
estadísticas. Grecia tiene 241 casos y 13 muertos cada millón de habitantes,
mientras Italia supera los tres mil y España los cinco mil, con unos 500
muertos por millón cada país.
“¿Sabes porqué?”, retumba la
pregunta en el wasap. “Porque aquí no tenemos tanta costumbre de llevar a
nuestros mayores a las residencias de ancianos”. En los pueblos originarios y
campesinos no hay residencias y los ancianos envejecen junto a sus familias.
Comida casera y sana,
intercambio de productos orgánicos sin moneda y cuidado comunitario de los
mayores, pueden ser parte de un programa de retorno a la vida sencilla, un
camino que nos enseñaron las bases de apoyo del EZLN en la “escuelita”, hace ya
siete años.
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