Campo de girasoles, el nuevo atractivo turístico en los Montes de María
Por: Edgardo Ochoa
En San Jacinto, Bolívar, además de las artesanías, las gaitas y los
paisajes naturales, existe un campo de girasoles, que se ha convertido en otro
atractivo turístico. El proyecto que nació como alternativa para conseguir
alimentos para aves, ahora es visitado por propios y extraños.
“La base para la alimentación de animales es el maíz y la soya, la soya
es fuente de proteínas. Colombia no produce soya, es importada y es muy
costosa, estábamos buscando una alternativa para obtener proteína para nuestras
aves pues con la pandemia las importaciones de alimento han estado restringidas
y se nos convirtió en un problema la elaboración del alimento. En esa búsqueda
de la proteína para los animales, identificamos al girasol”, narra Alfredo
Villadiego, el sanjacintero propietario de la granja avícola que está de moda
en la tierra donde las horas las marca un pájaro.
El girasol es una planta herbácea anual, de la familia de las asteráceas
originaria de Centro y Norteamérica, cultivada como alimenticia, oleaginosa y
ornamental en todo el mundo, pero en los Montes de María, aunque se da, es muy
raro verla y menos en grandes sembrados. Por eso cuando se viene llegando a la
capital de la hamaca grande desde Cartagena, causa gran curiosidad esa gran
mancha amarilla que se divisa del lado derecho de la troncal de occidente.
Alfredo continúa diciendo que “hicimos contacto con una empresa en
Francia que distribuye la semilla de girasol oleico, este girasol es totalmente
diferente al girasol ornamental que conocemos. Con ellos obtuvimos las semillas
y la asistencia técnica para obtener el cultivo de girasol que hoy tenemos en
San Jacinto”, explica este amante de las aves y del campo montemariano.
Lo que nunca se imaginó Alfredo es que las tres hectáreas que tiene
sembradas con la imponente flor amarilla de la prosperidad y verde esperanza,
además de proveer de la tan anhelada soya para alimentar a sus animales, es que
se convirtiera en un aliciente visual y de relajación para los cientos de
visitantes que cuando se puede, llegan a tomarse la foto que se ha convertido
casi que en una obligación para “pantallar en el celular”, como dicen los más
viejos por acá.
“En estos momentos que el cultivo está en plena afloración, pues las
personas llegan y se toman una foto; entonces hemos considerado abrir el campo
para que lo hagan ya que puede ser muy agradable ahora que venimos de un
encierro prolongado”, puntualizó Villadiego.
Llegar al
cultivo es muy fácil, cualquier mototaxi lleva a propios y visitantes. Entrar
para retratarse y no estar fuera de la moda de la foto con los 180 mil
girasoles no cuesta nada, Alfredo y sus amigos solo exigen que se haga
conservando todas las medidas de bioseguridad, y bueno, sin hacer ruido porque
pueden espantar las abejas, si ¡abejas!, pues los girasoles las atraen y en la
granja ahora no solo crían aves y animales de corral, ahora también producen
miel gracias a las “plantas bonitas”, como las bautizó una señora mientras teje
una mochila en la terraza de su casa.
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