jueves, 3 de octubre de 2019

Cambio Climático

¿Por qué Colombia debe oír el discurso de Greta Thunberg? 

compartimos este artículo para Reflexionar 

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En vez de lavarnos las manos porque Colombia no tiene la culpa del cambio climático, tenemos que sentir la rabia y la urgencia del llamado de millones de jóvenes del mundo ante la tragedia que se nos vino encima.

Sabina Rodríguez van der Hammen*

También somos responsables

Bogotá tiene más de siete millones de habitantes que depositan a diario 6.400 toneladas de basura en un relleno sanitario.
En algunas zonas de la ciudad, la presencia de material particulado en el aire duplica y hasta triplica los niveles máximos que ha señalado la Organización Mundial de la Salud (OMS).
En la Sabana de Bogotá ha desparecido uno de los suelos más fértiles de Colombia, las reservas forestales disminuyen con ritmo vertiginoso, se invaden los espacios del agua, se endurecen los humedales y sus ríos han sido usados durante años como alcantarillas.
Y, sin embargo: ¿nos hemos preguntado alguna vez si los bogotanos tenemos algo que ver con el desarrollo sostenible y con la crisis climática global? El llamado a tomar acciones frente a la emergencia climática es cada día más evidente y angustioso, pero seguimos sin creer que el asunto tenga que ver con nosotros.
Durante décadas los científicos nos han alertado sobre los efectos del cambio climático y sobre la cercanía del punto de no retorno. En 1972 el informe “Los límites del Crecimiento” advirtió que la Tierra no podría soportar las mismas tasas de crecimiento económico y de población más allá del 2100, y en 1987 el Informe Brundtland, que definió el desarrollo sostenible, limitó el desarrollo a “satisfacer las necesidades de las generaciones presentes sin comprometer las posibilidades de las generaciones del futuro para atender sus propias necesidades”.

El grito de los jóvenes

A pesar del llamado de estas voces expertas durante décadas, no fuimos capaces de hacer los cambios necesarios. Por eso ahora los jóvenes, las niñas y los niños, han tenido que salir a las calles en defensa literal de su vida en el futuro.
Greta Thunberg y el movimiento juvenil Fridays For Future no son los primeros en movilizarse, pues cientos de activistas ambientales y comunidades indígenas, afros y campesinos llevan años alzando su voz. Tampoco están dando datos nuevos, puesto que reproducen los del Panel Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC por su nombre en inglés).
Las megaindustrias, las megacontrucciones y los sistemas de producción son los que nos han llevado a esta crisis climática.
Foto: Pixabay
Las megaindustrias, las megacontrucciones y los sistemas de producción son los que nos han llevado a esta crisis climática.
Greta Thunberg y el movimiento juvenil están estremeciendo el mundo porque son la generación que va a vivir las peores consecuencias de la crisis climática. Están pidiendo a gritos que les dejemos un planeta en el que puedan vivir. Son el futuro que ya llegó, son el reclamo de la justicia intergeneracional.
Para muchos activistas y comunidades locales que resisten a diario el modelo de desarrollo capitalista, la voz de estos jóvenes no es novedosa, pues ellos ya viven la amenaza del colapso, el agotamiento de los recursos y las terribles consecuencias ambientales del actual modelo de desarrollo.
Lo que resulta alarmante de la voz de estos jóvenes es que ellos viven en el corazón del sistema capitalista, hacen parte del mundo desarrollado, pero ponen en evidencia que este modelo ya no es viable para las nuevas generaciones.

Le recomendamos: Colombia frente al cambio climático, ¿estamos preparados?

Fracaso de un modelo

Llegó la hora de reconocer que vivimos en lo que algunos autores han llamado el Capitaloceno, la era en la que el capitalismo nos ha llevado a generar cambios profundos en la tierra que comprometen la vida y nos está llevando al colapso del planeta. No son todas las formas de vida humana ni todas las culturas las que nos han traído esta crisis: es la forma de vida capitalista.
Por eso los jóvenes no quieren más discursos bonitos en Naciones Unidas, donde no se renuncie a la lógica del crecimiento económico, que Greta llamó de manera contundente el “cuento de hadas sobre el crecimiento”. Es un llamado a que los dirigentes tomen decisiones serias, reales, concretas y urgentes, un cambio de verdad en nuestro sistema económico y social, acciones que detengan las emisiones para que no llevemos al planeta a un punto de no retorno.
Iván Duque habla de supuestos compromisos para frenar el cambio climático, pero por el contrario permite el fracking y no toma medidas concretas contra la deforestación.
Foto: Presidencia de la República
Iván Duque habla de supuestos compromisos para frenar el cambio climático, pero por el contrario permite el fracking y no toma medidas concretas contra la deforestación.
El desarrollo sostenible fracasó porque se convirtió en un rótulo de márquetin que se le pone a cualquier programa, acción, obra, empresa o gobierno. El desarrollo sostenible es todo y nada. Olvidamos que se trataba de ponerle límites al crecimiento y de cambiar el modelo de desarrollo por uno que les deje recursos a las generaciones futuras. Se trataba de actuar con justicia intergeneracional, y no lo hicimos.
Ahora la voz de los jóvenes nos recuerda que ellos heredarán el colapso.
No podemos creer que la solución consista en medidas marginales o dentro del mismo sistema capitalista, ni tampoco que exista una única fórmula mágica, una mega solución, pues justamente esa lógica de monopolio, de escala de mega obras, es la que nos ha llevado a esta crisis climática. No podemos pedir que se reemplacen las mega termoeléctricas y las mega represas por mega granjas solares.
No podemos banalizar el desarrollo sostenible, sin entender la verdadera dimensión del futuro. Si bien es un problema global, las escalas son muy importantes y debemos entender la responsabilidad de cada uno de los actores involucrados. Desde las decisiones individuales de consumo, pasando por las decisiones locales y las normas nacionales, hasta los acuerdos regionales e internacionales son decisivos.

Lea en Razón Pública: El mundo sigue de espaldas al cambio climático

La parte colombiana

El presidente Iván Duque preguntó en la Cumbre sobre el Clima, el pasado 23 de septiembre, cómo un país que “representa tan solo el 0,4 por ciento de las emisiones de gases de efecto invernadero y tenemos la sexta matriz energética más limpia del mundo” va a ser parte del problema. Pero Colombia ha enfrentado la tragedia de Hidroituango como una tensión entre el modelo de energía “limpia” y los devastadores efectos de una mega obra de esta magnitud.
Para este gobierno la meta sigue siendo el desarrollo sin límites, con el rótulo vacío de “sostenible”.
¿Para qué queremos un discurso del presidente lleno de supuestos compromisos con medidas frente al cambio climático, cuando su gobierno no renuncia a las grandes apuestas por el mismo modelo, no impulsa un escenario concreto de transición y, por el contrario, busca hacer fracking, no asume metas importantes contra la deforestación y no suscribe tratados como el de Escazú, que son herramientas fundamentales para garantizar la protección ambiental en manos de los activistas y líderes?

Le recomendamos: El acuerdo Escazú: una oportunidad única para fortalecer la democracia ambiental.

La parte bogotana

El desarrollo sostenible y la crisis climática global tienen que ver con usted y conmigo. En este escenario las ciudades tenemos una responsabilidad muy grande, porque somos quienes más recursos consumimos, más hemos degradado nuestros ecosistemas y cada día crecemos más.
Es importante recordar, como la misma Greta Thunberg resaltó, que nuestros más grandes poderes son el voto y la movilización, así como la veeduría ciudadana para hacer seguimiento y control a quienes nos gobiernan. No podemos elegir gobernantes que se comprometen por “moda”: este es un tema de vida o muerte, no de rótulos.
Hay que elegir dirigentes capaces de asumir los retos frente a la emergencia, preocuparnos por quién estamos votando, por quiénes son nuestros dirigentes, por qué están ahí y qué interés defienden.
En Bogotá un grupo de 28 organizaciones ambientales nos juntamos para hacer un #CompromisoAmbientalPorBogotá para invitar a los candidatos y candidatas a la Alcaldía y al Concejo a suscribirlo.
Pensamos que las decisiones que ha tomado el gobierno de Enrique Peñalosa afectan la integridad y la función de la Estructura Ecológica Principal y que son aún más graves hoy, en tiempos de una emergencia climática que nos exige tomar mayores y más efectivas medidas de protección de los ecosistemas.
Marchas contra el cambio climático.
Foto: Pixabay
Marchas contra el cambio climático.
Hay que apoyar los actores y factores que regulan los extremos climáticos, fortalecen la capacidad del territorio para resistir el impacto de esos efectos y garantizar la calidad de vida -e incluso la supervivencia misma- de los habitantes.
Este compromiso ha sido suscrito por más de cuarenta aspirantes al Concejo de Bogotá y dos a la Alcaldía mayor de la ciudad. Con esta acción buscamos dar herramientas para votar y saber quién se compromete en puntos concretos con el ambiente en la ciudad.
Es una herramienta para lograr compromisos reales, una posibilidad para hacer veeduría, seguimiento y exigencia de rendición de cuentas. Esta coyuntura nos debe activar como ciudadanos con capacidad de suscribir acuerdos, crear redes y exigir con acciones un futuro viable.
*Abogada, activista ambiental y defensora de la Reserva Forestal “Thomas van der Hammen”.

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