martes, 10 de octubre de 2017


Clare Hollingworth, la reportera que anunció la II Guerra Mundial

La reconocida corresponsal en el extranjero durante más de medio siglo falleció en enero a los 105 años después de haber cubierto conflictos en Europa, África y Asia

Clare Hollingworth


Una semana de trabajo en el diario británico ‘The Daily Telegraph’ le sirvió a Clare Hollingworth para definir su vocación profesional, marcar su trayectoria periodística y también para cambiar muchas cosas en el mundo con su primicia: la invasión nazi de Polonia que significó el inicio de la Segunda Guerra Mundial en 1939. 
Clare supo con sólo 27 años que tenía la noticia de su vida y a la vez una valiosa información que cambiaría el mundo. Con el paso del tiempo se convirtió en una referencia para los reporteros de guerra, un ámbito cerrado en el que sólo los hombres contaban lo que ocurría en el mundo, y que ella misma tuvo que sufrir al ser vetada a cubrir la guerra de África por ser mujer. Fue testigo de los horrores de la guerra en Vietnam, Argelia, Oriente Medio, India y Pakistán, así como de la Revolución Cultural en China, pero ha pasado a la historia por su primicia del comienzo de la Segunda Guerra Mundial.

Clare Hollingworth vivió por y para el periodismo y el peligro era en lugar en el que se sentía a gusto. Cuando cumplió 100 años y le preguntaron dónde iría a cubrir una noticia, aseguró sin dudarlo que “miraría los periódicos y diría: ¿cuál es el lugar más peligroso en este momento? Porque ahí siempre se encuentran buenas historias”.
Precisamente el periodismo y el riesgo fueron los mejores aliados de Clare Hollingworth para su longeva y vigorosa vida. Nacida el 10 de octubre de 1911 en Knighton, un suburbio del sur de Leicester (Inglaterra), falleció el pasado 10 de enero a la edad de 105 años en Hong Kong, donde vivió los últimos 40 años de su vida después de trabajar en Pekín como corresponsal.
Su niñez transcurrió en una granja a la que se trasladaron sus padres en los primeros años de la contienda mundial. Clare mostró desde niña gran interés por convertirse en escritora pese a la oposición de su madre. Su padre también influyó en su vocación estimulándola, sin saberlo, con visitas a sitios históricos de campos de batalla en Reino Unido y Francia, donde le describía cómo estaban plantados los ejércitos, cuál fue la estrategia, los errores y las causas de aquellos conflictos.
La joven Hollingworth tuvo su primer trabajo como secretaria en la Liga de las Naciones Unidas en el condado británico de Worcestershire, donde ganó una beca para estudiar la cultura eslava en la Universidad de Londres, y otra posterior para aprender croata en la Universidad de Zagreb.
En 1936 contrajo el primero de sus dos matrimonios, con un escritor, pero como ya tenía claro que lo suyo era la aventura y los viajes, dos años más tarde Clare acabó en Varsovia, trabajando en una organización que apoyaba a los miles de judíos que huían del avance de los nazis en Europa oriental.
Entre marzo y julio de 1939 ayudó a rescatar a miles de personas mediante la organización de visados británicos. Gracias a esa expedición, Clare, que había comenzado a escribir artículos de forma independiente para el periódico ‘New Statesman’ fue contratada por el editor de ‘The Daily Telegraph’, Arthur Wilson, en agosto de 1939. Ahí empezó su verdadera vida, convertida en historia del periodismo, como reportera y corresponsal extranjera, apodada por la prensa británica como 'La Pimpinela Escarlata'.
Clare Hollingworth sólo llevaba una semana trabajando como reportera en el diario inglés cuando la enviaron a Polonia gracias a sus conocimientos de aquel país para narrar ‘in situ’ más detalles de las tensiones que los medios de toda Europa intentaban reflejar.
Al llegar a Polonia, Clare pidió a su amigo el cónsul británico en Katowice, al sur del país, John Anthony Thwaites, que le prestara su vehículo oficial y su chófer para trasladarse hasta la frontera y adentrarse en Alemania. A pesar de que la frontera estaba cerrada, los vehículos oficiales tenían libertad de paso, así que Clare logró cruzar la frontera y comprar artículos que ya eran difíciles, y sobre todo caros, de encontrar en Polonia.
De regreso a la ciudad polaca de Katowice, Clare detectó una amplia formación de tropas alemanas, incluyendo tanques y vehículos blindados, ocultos en un valle tras la frontera. En ese momento sólo quería llegar a su hotel para transmitir la información. Clare se comunicó con el corresponsal del ‘Telegraph’ en Varsovia, Hugh Carleton Green, y le dio toda la noticia. “1.000 tanques reunidos en la frontera polaca. 10 divisiones listas para dar un rápido golpe”, fue el título del periódico, que ni tan siquiera firmó esa primera y trascendental nota.
Tres días después, Clare se puso en contacto con Robin Hankey, secretario de la embajada británica en la capital polaca y le gritó: “¡Comenzó la guerra!”, pero Hankey no le creyó. “Todavia están en negociaciones”, le dijo el funcionario. Fue entonces cuando Clare sacó el auricular del teléfono por la ventana de su habitación para que escucharan el sonido de los tanques alemanes entrando en la ciudad. Era el 1 de septiembre de 1939 y la primera noticia que tenía el mundo de las verdaderas intenciones de Hitler en Europa.
Desde aquel momento, la imagen y el trabajo de Clare Hollingworthquedaron unidos a los conflictos bélicos: “Debo admitirlo. Me gusta estar en la guerra. No sé por qué, porque no soy valiente”, manifestó en una entrevista años después, ya retirada, al periódico donde hizo historia, ‘The Telegraph’. 
Tras la Segunda Guerra Mundial, y con el pasaporte siempre a punto hasta el final de sus días, pendiente de si la mandaban a cubrir una noticia -como confesó pocos años antes de morir-, Clare informó desde diferentes conflictos siempre con sus dos ‘armas’ inseparables: su cepillo de dientes y la máquina de escribir.
Clare estuvo en las guerras en Argelia, India y Vietnam y trabajó también para ‘The Economist’, ‘The Observer’, ‘The Guardian’ y ‘Chicago Daily News’, así como para la revista estadounidense ‘Time’, justo después de que Londres prohibiera la presencia de corresponsales femeninas británicas en Egipto durante la guerra en el norte de África de 1942.
Entre los logros profesionales de Clare Hollingworth también figuran ser la primera persona en entrevistar a Mohammad Reza Pahlavi, Sha de Irán, y la investigación sobre Kim Philby, un corresponsal de ‘Observer’ y espía doble que desertó a Moscú.
Finalizó su carrera como corresponsal en China, donde dejaría el ‘Telegraph’ cuando cumplió 70 años, aunque nunca se desligó del mundo informativo. “Trabajo todo el tiempo. Durante el día estoy informando y por las noches y fines de semana escribo libros. Tengo muy poco de vida privada. En realidad estoy más interesada en mi trabajo que en mi vida privada”, aseguraba.
En una entrevista en 2011, la centenaria Clare le comentó al periódico ‘The Guardian’ que había dejado uno de sus “hábitos característicos: dormir en el suelo”, según decía para no “ablandarme con comodidades que no tendría en los sitios donde solía ir a informar”.
Imagen del doodle de Clare Hollingworth.
Imagen del doodle de Clare Hollingworth.
Debilitada seriamente y prácticamente ciega en los últimos años de vida, la enfermera que la cuidaba reconocía que “no dejaba de escuchar las noticias de la BBC”. Hoy, en el día en que habría cumplido 106 años, Google homenajea con su doodle a la intrépida reportera que vivió para informar y que dio la primicia de una de las noticias más importantes del siglo XX. Una imagen de Eleni Kalorkotidestaca a la corresponsal de guerra con su inseparable máquina de escribir con un fondo
lleno de portadas de periódicos, cuadernos de notas y libros.
Clare Hollingworth, maestra del reporterismo de guerra, vivió con tanta pasión su vida de periodista que relativizó el miedo hasta el punto de sentirlo “en un ascensor muy pequeño, pero no bajo el fuego de la ametralladora porque la emoción del trabajo lo supera todo”.

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