Cultura

El deleite de encontrarse con la literatura en la etapa infantil y juvenil

El Día Internacional del Libro Infantil y Juvenil se celebra el 2 de abril con el objetivo de despertar en los niños, niñas y jóvenes el interés y amor por los libros y la lectura, para hacer de ello un hábito de vida.

Precisamente esa es la pasión y propósito que tiene Lua Books, una editorial dedicada a la literatura infantil y juvenil con un enfoque ingenioso y creativo que involucra las nuevas tecnologías para transformar las formas habituales que han tenido los libros.

Lizardo Carvajal es escritor de literatura infantil y director creativo de esta editorial bogotana que surgió hace ocho años, y que por su trabajo logró de participar  en la Feria Bogotá es Navidad que se llevó a cabo en la Plaza La Santamaría, en diciembre de 2022, organizada por la Secretaría de Cultura, Recreación y Deporte.

“La idea es entregar a niños y niñas un espacio no solamente literario, sino de juego. Nuestra convicción es que el libro también contenga los elementos argumentales del juego infantil. El libro tiene que volver a ocupar ese espacio, porque cuando hay argumentos de calidad, hay un juego de calidad”, explica Carvajal.

Es por ello que los creativos y escritores de esta editorial se esmeran por integrar la tecnología con la literatura, creando libros que contienen experiencias de realidad virtual, cuidando siempre que dichos efectos sonoros y/o de animación amplíen el sentido de la obra escrita y aporten construcción de significado, aumentando las posibilidades del lector.

“Tenemos un libro que se llama ‘Maravilloso Mercado de Pulgas’, y allí la tecnología nos sirve para descubrir los más de 400 objetos que hay en este mercado y su historia. Hay otro que se llama ‘Teatro de Sombras del señor Andersen’, en el que el teléfono celular se transforma en una linterna, pero, además, en una consola de luces y sonido para representar las obras de teatro que hay dentro de este libro, que a su vez se convierte en un teatro de sombras”, explica el director creativo de la editorial.

 

Para el sector Cultura de Bogotá es muy importante festejar el Día del Libro Infantil y Juvenil ya que la ciudad cuenta desde 2022 con la ‘Política Pública de Lectura, Escritura y Oralidad’ (La LEO), una apuesta del plan ‘Leer para la vida’ de la capital, que se centra en la ciudadanía y se enfoca en cerrar las brechas de acceso a la lectura, la escritura y la oralidad, con un programa de acción desde el sector cultural y educativo, que establece los lineamientos y las acciones del sector público hasta 2040.

En ese sentido, editoriales como Lua Books son un gran aporte en lo que para Lizardo Carvajal es un enorme desafío, pues, para él, falta mucho para convertir a Colombia en una sociedad más lectora, en la que el libro no sea visto como una obligación, como todavía se inculca en muchas escuelas, sino como un elemento para adquirir sensibilidad ante la vida, empatía, y en últimas, para ser individuos más educados y cultos.

“Esto hace que los niños y niñas malentiendan lo que significa leer y sigan encontrando, como nuestra generación, la lectura como algo pesado y difícil, que no tiene relación con su vida y su contexto, y es lamentable que esto se siga dando. Y hablo sobre todo de la escuela, porque para los niños que no tienen un contexto lector en familia, la escuela se convierte en el único espacio con el cual tienen contacto con la lectura. Es una pena que ese único espacio para muchos colombianitos y colombianitas no sea para conectarlos con la lectura. Se necesita un plan de lectura nacional, real y responsable que ponga la lectura en manos de la gente”, afirma Carvajal.

Para Lizardo Carvajal, celebrar el Día del Libro infantil y Juvenil es importante porque, afirma, el libro es uno de los más grandes inventos de la humanidad.

“Y los libros consagrados a la infancia son muy importantes porque se convierten en una ruta de migas, como en el cuento de Hansel y Gretel, en el que una bruja les iba dejando migas de pan. Estas son migas para que la niñez avance en el camino del lector. Los buenos libros infantiles llevan a los niños y niñas de libro en libro y a las grandes obras de la humanidad. Ese es el sentido de la literatura infantil. Hay que educar al ser humano para que crezca con sensibilidad ante la vida, hacia el otro diferente, lo cual no es algo menor, nos hace mucha falta esto en el mundo”, enfatiza.

 

¿Cómo podemos festejar esta fecha en Bogotá?

Congreso de Literatura Infantil y Juvenil en Colombia, en la Filbo

El 19, 20 y 21 de abril, durante la Feria Internacional del Libro de Bogotá, se llevará a cabo este congreso que busca evaluar y señalar las rutas de la profesionalización editorial del sector (formación, investigación, comercialización), reconocer sus logros a escala creativa (autores e ilustradores destacados), revisar sus alcances en términos de publicaciones (obras y catálogos posicionados), y dialogar con especialistas extranjeros que permitan trazar nuevos caminos y horizontes de crecimiento y consolidación (ferias, asociaciones, gremios, circuitos de divulgación).

Conoce sobre la historia de Bogotá con estos libros para jóvenes

El Instituto Distrital de Patrimonio Cultural, IDPC, lanzó en 2022 dos libros sobre la historia de Bogotá escritos especialmente para cautivar la atención de la juventud.

El primero es La trama de Kinzha: Un mundo tejido en las riberas del río Tunjuelito, que narra la fascinación con la que arqueólogos y arqueólogas interpretan el pasado al analizar vestigios que encuentran como producto de las excavaciones. La narración se centra en la vida cotidiana Kinzha, una niña que nos habla de una familia muisca, y de los oficios y formas de vida que comprenden la alfarería, el tejido, la caza, la comida, los tintes, los animales y las formas de interactuar en su entorno y en su bohío. 

El segundo libro se titula Historia tras una mandíbula sin nombre: Especulaciones sobre la vida de una mujer de clase en la joven Bogotá republicana. El relato es acerca de Juana Simona, hija natural de un español y una verdulera del mercado de la Plaza de Bolívar, cuyos datos se obtuvieron a partir de una mandíbula hallada en un relleno óseo alrededor de la escalera por la cual se bajaba a la cripta de la iglesia de San Ignacio, en el centro histórico de Bogotá; la identificación bioarqueológica, de los cálculos dentales y las calzas, entre otros, arrojaron información de su forma de alimentación, enfermedades padecidas, edad y sexo.