Las huertas familiares se revalorizan en el marco de la cuarentena
Sin salir de casa,
la huerta propia nos brinda una alimentación saludable, ayuda a la economía del
hogar y contribuye a preservar el medioambiente
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En
el contexto particular de la pandemia por el COVID 19, con las restricciones de
circulación ante la cuarentena obligatoria dictaminada por el Gobierno Nacional
en todo el país, la producción de frutas y hortalizas en la huerta propia cobra
un sentido aún más importante para las familias. De esta manera, ofrece una
alimentación saludable, ayuda a la economía familiar y contribuye a la
preservación ambiental mediante una producción sostenible, sin la necesidad de
moverse de casa.
Con
esta propuesta, técnicos de la Agencia de Extensión Rural Aguilares del INTA
brindan algunas recomendaciones para eficientizar el manejo de las huertas en
la llanura tucumana, en el marco del Programa Pro Huerta (MDS/INTA).
“Considerando el inicio reciente del
otoño, hay que tener en cuenta que en esta época conviven especies aptas para
la temporada de primavera-verano con otras de otoño-invierno. Así,
estamos cosechando choclo, zapallito, anquito, tomate, pimiento,
berenjena, chaucha, ají picante, pepino, zapallo, melón, sandía. Y, mientras
florece la albahaca, sembramos lechuga, acelga, espinaca, cebolla, repollo,
brócoli, coliflor, puerro y remolacha en almácigos para
luego transplantarlas al lugar definitivo. También, en forma
directa (en el mismo lugar donde las cosecharemos) vamos poniendo semillas de
arveja, haba, zanahoria, perejil, achicoria, rabanito”, explican
los Ings. Carlos Santillán y Héctor Sosa.
El
espacio reducido es una condición en muchos de los hogares, por lo que los
especialistas indican que lo ideal es “irse hacia arriba”, construyendo una huerta
vertical donde se aprovechan las paredes, las terrazas y balcones con macetas.
En
el mismo sentido, para optimizar aún más el espacio disponible, sugieren usar
contenedores como cajones o macetas para hacer los almácigos. Entonces, “a medida que desocupamos el terreno
implantado con chacra, zapallos y chaucha, trasplantamos allí las especies de
la nueva temporada”.
Una
cuestión importante a considerar es que hay especies de las cuáles no es fácil
conseguir semillas como el cilantro, el apio, la rúcula y el nabo. “Por eso, recatamos que hay huerteros que
tienen la precaución y sana costumbre de cosechar y guardar su propia simiente,
brindándonos la posibilidad de conseguir estas hortalizas. Una práctica digna
de imitar, empezando con las especies que aún tenemos. Un ejemplo es el ají
picante o la albahaca, que luego de la floración forma las semillas,
permitiéndonos obtener muchas de ellas para sembrar en la
primavera siguiente”.
Otra
recomendación es realizar siembras escalonadas. A modo de ejemplo, proponen lo
siguiente: “hoy pongo un poco
de lechuga, a los quince o veinte días hago otra siembra, y así repito varias
más. De esta manera, tendré plantines para trasplantar, mientras voy
consumiendo los productos a lo largo de la temporada”.
En
referencia al tipo de hortalizas que se pueden aprovechar en este momento, “aún estamos a tiempo de plantar ajo.
Para ello, debemos obtener los mejores dientes del bulbo (cabeza) y
enterrarlos. Otra opción es la frutilla, si logramos conseguir plantines”,
aseguran Santillán y Sosa.
El
fomento de la biodiversidad para favorecer la producción y el consumo continuo
de alimentos libres de contaminantes tóxicos es una de las claves de la
propuesta del Pro Huerta. Por esto, resaltan que “en nuestra huerta no debemos olvidarnos de incluir flores
como la caléndula o botón de oro; ni las aromáticas usadas como condimentos,
saborizantes y medicinales, entre las cuales se encuentran el orégano, la
menta, el romero, la salvia y muchas otras”.
En
cuanto a la presencia de insectos y otros animales que pueden ser beneficiosos
o perjudiciales para las plantas, mencionan a la Mantis religiosa o “pilla
piojo”, la vaquita de San Antonio, las abejas, los sapos y las lombrices como
aliados de la huerta; mientras, por el contrario, están las langostas, los
pulgones y algunas hormigas. Y aclaran que “si
usamos algún veneno para eliminarlos, matamos a los benéficos también, que
suelen reproducirse en forma más lenta. Por esto, normalmente, salimos
perjudicados con estas prácticas”.
Entonces,
para el manejo de plagas, recalcan que al haber biodiversidad en la huerta
hay multiplicidad de colores y olores, lo cual ayuda a lograr
poblaciones equilibradas de especies que se autocontrolan. No obstante, “se producen desequilibrios,
especialmente en esta circunstancia que atravesamos donde se aplican
insecticidas en forma masiva para controlar el insecto vector del dengue pero,
a su vez, se elimina todo tipo de insectos. De todos modos, se puede apelar
a preparados caseros muy simples como agua jabonosa o infusiones de tabaco,
cola de caballo preparado con ajo, fruto del paraíso, ceniza, entre otros”.
Así,
en esta situación excepcional que vive el mundo ante el Coronavirus y que
requerirá de transformaciones graduales en nuestras prácticas por un largo
tiempo, se revaloriza la función de la huerta familiar. “Por esto, desde el INTA y otras
instituciones públicas y privadas fomentamos la producción de alimentos
mediante la agricultura ecológica o agroecológica, la permacultura, la orgánica
y toda práctica que contribuya a la sostenibilidad y la seguridad alimentaria”,
concluyen los ingenieros.
Para más información:
Ing. Agr.
Carlos Santillán – santillan.carlosa@inta.gob.ar
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