En Buenaventura, la marimba silencia la violencia y alegra los corazones
El piano de la selva en Buenaventura ocupa un lugar principal, especialmente por ser la tierra donde nació el gran Petronio Álvarez.
Por: Norma Graciela Londoño
Las travesías de Marimba nos han permitido viajar por la memoria de las tradiciones y saberes que se quedaron ancladas en los corazones de los descendientes africanos, que fueron traídos a estos territorios y se quedaron en el pacífico colombiano, aportando al país un legado inigualable de cultura, música e identidad.
La marimba, el piano de la selva suena a arrullo, a berejú, a bambuco costeño y currulao, los principales ritmos de la música del Pacífico sur, donde Buenaventura ocupa un lugar principal, especialmente por ser la tierra donde nació el gran Petronio Álvarez, a quien desde hace 23 años se hace honor en agradecimiento por sus aportes a la música colombiana y a la cultura del pacífico.
Al compás del cununo y el guasá navegamos por las calles de ‘Tura’ en busca de los sonidos de la marimba, lo que nos llevó a encontrarnos al maestro Juan Francisco Torres, uno de los marimberos más antiguos que aún sobrevive en la ciudad. Perteneciente al clan de los Torres, oriundos de Guapi (Cauca), la misma familia del reconocido maestro Gualajo, Juan Antonio Torres, (Q. E. P. D.) uno de los grandes marimberos del país.
Pacho, como es conocido, llegó a Buenaventura desde los 7 años, lleva más de 50 años en la ciudad dedicado al arte de construir marimbas, cununos y guasás. Heredó el arte de Félix Torres, su padre, quien le enseñó todo sobre la marimba, en la misma casa de madera donde actualmente reside.
“Esta casa fue una escuela, aquí el viejo Félix nos enseñó a todos a hacer las marimbas, nos enseñó a escucharla y entenderla; todo a oído puro. La marimba lo es todo para mí, yo lo aprendí de mi viejo como lo enseñaron los antepasados, a afinar la marimba a oído, así es como se conserva la tradición”, relata Pacho, entre orgullo y nostalgia.
El maestro Francisco vive en medio de trozos de madera, semillas y montañas de aserrín, que van quedando alrededor de la casa, que hoy en día es su taller, denominado La Bendición de Dios. Para Los bonaverenses la marimba es un instrumento que involucra los cinco sentidos, por eso su sonido es tan dulce y provoca tantos sentimientos.
Después del Firme a la Playita, a solo unos pasos, encontramos a María Yenny Quevedo Caicedo, en un lugar especial llamado ‘Espacio Humanitario’. Ella a ritmo de marimba ha luchado por restablecer la paz en el barrio, golpeado por la fuerte violencia que azotó a la ciudad entre los años 2012 y 2013.
Yenny en su papel como coordinadora cultural del ‘Espacio Humanitario’, logró inspirar a niños y jóvenes entre los 12 y 18 años, para que abandonaran los juegos que imitaban la guerra y los transformaran en sonidos de paz. Así nació el grupo folclórico ‘Los Renacientes del Espacio Humanitario’.
"Después de todo lo que vivimos, yo no podía dejar que los niños y las niñas se perdieran y siguieran los pasos de la violencia, por eso me aferré a la marimba, porque los sonidos de nuestra música nos llenan de alegría”, afirma Yenny, como cariñosamente la llaman los jóvenes de la agrupación.
Tradicionalmente el Pacífico colombiano y sus habitantes viven la rutina diaria inspirados por los de los ríos, de sus majestuosas selvas y un ritmo que todos llevan implícitos en la sangre. Ellos no necesitan ensayar un baile o una canción, en el ADN de sus cuerpos llevan el sabor de una raza que con solo sonreír, demuestran la sensibilidad de pueblo.
“Cuando suena la marimba nos dan ganas de bailar, sacamos el pañuelo, no nos podemos resistir porque lo llevamos en la sangre, lo que nos enseñaron los abuelos, la marimba es nuestra cultura, por eso con marimba yo busco evitar que los jóvenes no olviden su identidad", cuenta la profesora Caicedo.
Para Jhon Alexander Cuama, nieto del maestro y músico Baudilio Cuama, quien hace parte del grupo Renacientes, la música del pacífico ha sido la que ha logrado que los sonidos de la violencia se silencien y se hayan transformado en los sonidos de la marimba.
“Para mí es muy importante hacer parte del grupo, aquí aprendemos, interactuamos y tocando los instrumentos, conservamos la tradición de nuestros antepasados hasta cuando sea posible. Aquí en el Espacio Humanitario la marimba transforma y construye paz” concluye, Jhon Alex, mientras se prepara para tocar una mano de arrullo, acompañada por la brisa del mar.
Mientras tanto, el piano de la selva seguirá alegrando los corazones de niños, jóvenes y adultos que se resisten a dejar morir su legado por los ademanes de la violencia. El poder de la marimba continuará siendo el bastión para que Buenaventura siga siendo visto como el ‘Bello puerto de mar’, como lo narraba Jairo Valera en sus canciones.
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